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Chantal Vizcaino: “No se trata solo de ilustrar una causa por estética: es poner el cuerpo (y el trazo) al servicio de la denuncia, la memoria, la empatía y la movilización.”

Yo opto por posicionarme porque dibujar también es posicionarse; mi objetivo es incomodar lo suficiente como para que se cuestione lo establecido y no pasar al siguiente scroll como si nada.

Chantal Vizcaíno es una ilustradora, pintora y cronista gráfica catalana comprometida con la lucha por los derechos humanos. Estudió Bellas Artes en la Universitat de Barcelona, especializándose en pintura. Descubrió la ilustración y todo su potencial, y la llevó a realizar un posgrado en ilustración digital en medios de comunicación y marcas en la Universitat Eina de Barcelona.

¿Quién es Chantal Vizcaino?

Soy Chan, soy Federica, soy Maricarmen. Ilustradora, pintora y cronista gráfica. Dibujo para intentar poner foco y sacudir conciencias. Soy como el Pepito Grillo de las emociones. Tengo presencia activa en Instagram como @chantal.vizcaino y actualmente coordino un proyecto personal con una asociación de la que soy cofundadora llamada Medueleelmundo/Rescuelife, junto a otros proyectos solidarios y exposiciones en torno al genocidio que está viviendo Gaza. Soy mamá de dos terremotas, amante de los animales, de la montaña y siempre voy con mis guantes de boxeo dentro de la mochila.

¿Tu pasión por el dibujo cuándo nace?

Nació muy pronto: el dibujo ha sido desde niña la manera que tengo de entender el mundo y de decir lo que no siempre encuentro en palabras. Con los años se ha ido transformando en mi herramienta: no solo para expresar, sino para interpelar. Es una mezcla de necesidad íntima y compromiso con lo colectivo. Últimamente pienso en dibujos.

¿Quiénes son tus referentes? Yo veo a Quino, a Mafalda, en Federica. Cuéntame de quién bebe Chantal Vizcaíno.

Mi gran referente es Mafalda, sí. Quino creó una niña que nos representa a muchos. Es increíble lo que consiguió. Javi Royo también es uno de mis grandes referentes por su capacidad de decir mucho con muy poco. Apostar por una buena idea, por muy simple que parezca, a veces puede ser lo mejor. Esa idea del menos es más, ¿sabes? Y por último, bebo del cine. Me apasiona ver películas, encontrar la esencia de los personajes, de los diálogos, de la fotografía, y me inspira profundamente a crear escenas y momentos mágicos en mis ilustraciones.

¿Por qué y cuándo decidiste dedicarte a dibujar?

El día que salí por la puerta de la Universidad con el título de Bellas Artes. Me especialicé en pintura y, aunque no os lo creáis, en mi especialización no me dejaban dibujar. Salí tan quemada de la carrera que decidí hacer aquello que no me habían dejado hacer en años.

Decidí dedicarme profesionalmente cuando vi que mis imágenes conectaban y podían servir como herramienta de denuncia y apoyo (colaboraciones, exposiciones, encargos, proyectos solidarios). Ahí el dibujo dejó de ser solo terapia y pasó a ser práctica política y profesión.

Te defines como artivista, cuéntanos qué significa.
Artivista es quien usa el arte como herramienta de acción política y social. No se trata solo de ilustrar una causa por estética: es poner el cuerpo (y el trazo) al servicio de la denuncia, la memoria, la empatía y la movilización. Es crear piezas que informen, remuevan y acompañen luchas reales.

Una de las cosas que más me gusta de tus dibujos es la manera en que despiertas conciencias, en que haces pedagogía. He leído que dices: “Incomodar o callar para siempre”. Tu visión de la situación es muy clara y tu necesidad de posicionarte también, y es algo que me encanta. Creo firmemente que quienes tienen la posibilidad de llegar más lejos gracias al altavoz del que disponen han de usarlo. Te quiero dar las gracias por hacerlo tú. ¿La equidistancia o ponerse de perfil crees que tienen cabida en estos tiempos? Podría ser la solución más fácil, desde luego, ¿por qué no lo has hecho tú?
Gracias infinitas por estas preguntas y por tus palabras, lo primero.
Creo que cuando tienes posibilidad de amplificar voces, el silencio es cómplice. La equidistancia muchas veces es la salida cómoda: “no me meto” para no perder seguidores o contratos. Yo opto por posicionarme porque dibujar también es posicionarse; mi objetivo es incomodar lo suficiente como para que se cuestione lo establecido y no pasar al siguiente scroll como si nada. Esa responsabilidad es ineludible cuando tu altavoz puede llegar a mucha gente. Leer más

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Yo también soy Maricarmen

No sé quién ha dicho que «Gaza es la medida de todo«. No sé de quién es la frase, pero a mi no se me cae de la boca. Es cierto que para mí, no hay nada ahora mismo más importante, más doloroso, que la realidad emitida en directo desde allí. Los veinte o treinta asesinados diariamente mientras dormían, los  diez bebés muertos por desnutrición, los quince a los que han disparado al ir a recoger comida…

Estos últimos años ver lo que está pasando en Palestina, me ha abierto los ojos para ver más claro el mundo en que vivimos. Quién manda, quién obedece, quien ejecuta, quién muere, quién paga, quién no hace nada, quién calla.

Observo con absoluta consternación, con angustia, lo que pasa cada día en esos 41×12 kilómetros cuadrados que conforman Gaza. Me invade la indignación al ver el borrado del mapa que continúa con la más absoluta impunidad en Cisjordania… Y aún así, a pesar de todo esto, ayer volví de Bolonia en Cádiz, de pasear por la playa, de bañarme en un mar transparente… Pero no se me va un pensamiento de la cabeza: no entiendo cómo el mundo sigue, tendría que estar ardiendo todo, y no, no me refiero a nuestros bosques. Por cierto, he estado en la zona de Atlanterra y he visto cómo el fuego se ha parado justo a la puerta de las mansiones de lujo que hay allí.

Qué puedo hacer yo, qué puedo hacer para ayudar a Lama Jamous, Bisan Owda, Basel Adra, Renad Attallah  a tantas y tantos que han decidido ser altavoz de lo que está pasando, que están contando lo que sucede cada día en Gaza, tomando documentos gráficos, recogiendo testimonios…  poniendo su vida en peligro. Leer más

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20 años del 11M y no hemos aprendido nada

Mi hija nació el 11 de marzo de 2003, a punto de estrenar una guerra en Irak. Recuerdo su primer mes de vida en un mundo convulsionado por medios que nos estaban vendiendo la opresión de los burkas y las armas de destrucción masiva que tenía el régimen iraquí, el mismo con el que hasta hace no mucho se hacían fotos los dirigentes de occidente, como medio de sostener a este país en la misma zona donde estaba «el peligroso Irán». Asistimos al linchamiento de Sadam Hussein, tumbaron su estatua y todo lo que vino después. España fue arrastrada a una guerra de mentiras con la famosa foto de las Azores. También fueron las manifestaciones del «NO A LA GUERRA».

La mañana del primer cumpleaños de mi hija, de un día feliz lleno de besos y abrazos, se vio ensombrecido por bombas, dolor y llanto de quienes sufrieron la pérdida de alguien. Fue un día terrible.

Estaba en el trabajo y recuerdo estar sentada en el ordenador y empezar a ir viendo las noticias. Compañeras y compañeros se ponían a llamar a familiares y amigos en Madrid para saber si estaban bien, si habían tenido suerte, respirando con alivio porque no les había tocado ir en ese tren. Mientras, yo sentía felicidad y culpabilidad a partes iguales.

Hace 20 años de Irak y el mundo sigue igual de ciego. No hemos aprendido nada.

Ahora que somos testigos de la la masacre en Gaza con medios que están intentando reconducir la situación y contarnos que el estado sionista está en su derecho, que le ampara la legítima defensa después del 7 de octubre, mensaje asumido por los gobiernos del entorno OTAN-UE. Pero es imposible ocultar el sol con un dedo. Leer más