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20 años del 11M y no hemos aprendido nada

Mi hija nació el 11 de marzo de 2003, a punto de estrenar una guerra en Irak. Recuerdo su primer mes de vida en un mundo convulsionado por medios que nos estaban vendiendo la opresión de los burkas y las armas de destrucción masiva que tenía el régimen iraquí, el mismo con el que hasta hace no mucho se hacían fotos los dirigentes de occidente, como medio de sostener a este país en la misma zona donde estaba «el peligroso Irán». Asistimos al linchamiento de Sadam Hussein, tumbaron su estatua y todo lo que vino después. España fue arrastrada a una guerra de mentiras con la famosa foto de las Azores. También fueron las manifestaciones del «NO A LA GUERRA».

La mañana del primer cumpleaños de mi hija, de un día feliz lleno de besos y abrazos, se vio ensombrecido por bombas, dolor y llanto de quienes sufrieron la pérdida de alguien. Fue un día terrible.

Estaba en el trabajo y recuerdo estar sentada en el ordenador y empezar a ir viendo las noticias. Compañeras y compañeros se ponían a llamar a familiares y amigos en Madrid para saber si estaban bien, si habían tenido suerte, respirando con alivio porque no les había tocado ir en ese tren. Mientras, yo sentía felicidad y culpabilidad a partes iguales.

Hace 20 años de Irak y el mundo sigue igual de ciego. No hemos aprendido nada.

Ahora que somos testigos de la la masacre en Gaza con medios que están intentando reconducir la situación y contarnos que el estado sionista está en su derecho, que le ampara la legítima defensa después del 7 de octubre, mensaje asumido por los gobiernos del entorno OTAN-UE. Pero es imposible ocultar el sol con un dedo. Leer más

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Carta a ti, pobre hombre discriminado

El Centro de investigaciones Sociológicas (CIS) ha realizado una encuesta sobre la percepción de la igualdad en nuestro país. Es curioso que mientras el CIS resaltaba los resultados de su última encuesta con: «Las mujeres dedican el doble de tiempo al cuidado de los hijos que los hombres», (casi 7 horas de media al día, 412 minutos, al cuidado de los hijxs que ellos) cosa que ya sabemos todas y que ignoran casi todos, los medios de este país se han centrado en ese 44´1% de hombres que dicen sentirse discriminados porque la promoción de la igualdad de las mujeres se ha llevado muy lejos…

Pero ya lo que me ha dejado ojiplática son mis congéneres femeninas. Un 32´5% de las encuestadas, dice sentir lo mismo, que estamos discriminando a los señores. Un 32´5 es una de cada tres mujeres. O sea que alguna de las mujeres que me circundan, piensan que mis pensamientos y acciones feministas son discriminatorias. No sé en qué planeta habitan, pero en el mío no.

Recientemente en un plató de la tele pública mi adorada Carmen Maura, dijo que los chicos nos están tomando manía con este feminismo de ahora (ya lo dijo nuestro presidente también, con la incomodidad de algunos amigos suyos) y mencionó las denuncias falsas (a pesar de que ya sabemos de manera oficial que  las denuncias falsas por violencia de género representan el 0,01% del total de denuncias presentadas). No deja de ser una pena, teniendo en cuenta las experiencias vividas por ella. La actriz hizo público que fue agredida sexualmente por un fan (hombre) y que no la creyeron por ser actriz, yo creo que más bien por ser mujer. Su primer ex-marido (hombre) le quitó la custodia de sus dos hijos y no le permitía verlos. Su segundo ex-marido (hombre) la dejó en la ruina…. Aun así, con su experiencia vital, ella dice a las chicas que no nos portemos mal con los chicos.

Cuando algunas mujeres hablamos sobre los que nos pasa a nosotras o lo que les pasa a las mujeres que nos rodean, nos sentimos obligadas a denunciar las desigualdades que sufrimos, que vemos que sufren otras, nos sentimos obligadas a ponernos a su lado, nos sentimos obligadas a tomarlas de la mano y decirles cuenta conmigo hermana… Esto es SORORIDAD.

Y estimados señoros, no me voy a sentir avergonzada por levantar el puño cada vez que se dé una injusticia, ni voy a dejar de gritar o enarbolar banderas para pedir libertad, o para llorar a mis muertas, porque son mis muertas. El primer asesinato de este año se ha producido en esta provincia, en Málaga, en Torre del Mar. Ana, hermana, aquí seguiremos en la lucha por ti y por todas. Leer más

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Que levante la mano

Que levante la mano la que no se haya sentido incómoda andando por la calle ante la mirada «atenta» de algún viandante; la que no se haya sentido incómoda ante las «alabanzas» y «apreciaciones varias», con mejor o peor gusto, acerca de sus atributos físicos. Que levante la mano la que
no haya tenido miedo andando sola por algunos sitios o a algunas horas cuando se cruzaba en su camino un grupo de hombres. Que levante la mano la que estando con un jefe, un profesor… no haya sentido que las cosas cambiarían (un aprobado, una mejora…) si su actitud fuera distinta;
también que la levante la que no haya sentido una exploración, más o menos minuciosa, mientras estaba tranquilamente en el autobús u otro transporte público. O la que no se haya sentido manoseada de manera figurativa por compañeros de trabajo o de clase mientras hablaban con ellas. Que levante la mano la que no se hay sentido sometida alguna vez al juicio público de los presentes en ese instante, por su aspecto físico (tamaño, belleza, aspecto…). Que levante la mano la que esté HARTA YA.

Que levanten el puño las que salen a la calle a gritar contra los feminicidios, las que se rebelan contra la desigualdad salarial, las que se indignan con la mercantilización del cuerpo de la mujer, las que quieren que sean las mujeres las que decidan en su cuerpo, las que se enfadan al leer los índices de pobreza y precariedad (siempre con cara de mujer), las que claman contra las incursiones en política desde los púlpitos de los hombres vestidos con hábito, las que lloran de rabia cuando leen las barbaridades que se hacen en algunos sitios del mundo por el mero hecho de ser mujeres (bien en el nombre de Alá, de cualquier otro dios, del dios de la guerra o dios del dinero), las que luchan por que nuestras hijas no tengan miedo NUNCA…

Y a pesar de todo esto, encima, no debo estar cansada de andar todo el día explicándome, justificando mis actos; dándole peso a mis acciones. Cuando me defino como feminista: que me quejo de puro vicio, las cosas han cambiado…. Qué quieres ahora? Hablar de feminismo ya no procede? Procedió alguna vez?

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La felicidad es una manera de resistir

 

Ayer una amiga compartió conmigo un vídeo de una participación tuya en una charla, tertulia… no sé. Decías que de pequeña una vez en el cole te habían escogido para hacer de rey Baltasar y no de angelito, que con el color de piel que tenías no había muchas más opciones. A pesar de mi penita, me sacaste unas risas. Acto seguido dijiste que te daba igual, que cuando llegabas a casa vivías aventuras en islas, en la Luna, en civilizaciones perdidas o bajando al centro de la Tierra. Tenías superpoderes.

 

Me has contado tantas cosas, que me vas a permitir que te cuente alguna mía. Yo también tenía superpoderes. Yo era como tú. He escalado montañas, paseado por ciudades que aún no he visitado, buceado en profundos mares, viajado hacia atrás en el tiempo, luchado en batallas en las que me tocó perder, me he enamorado mil y una veces… sobre todo de nuestro Pepe el Rubio. Siempre pegada a un libro, de hecho, soy la única miope de mi familia, leyendo hasta las tantas con la lamparita bajo la manta para que no me riñeran. Despertándome la primera para seguir, porque el sueño me había vencido y no podía parar.

En mi casa, me parece que me pasó como a ti. Mi madre leía y se compraban libros, pero a veces la elección no fue la que yo hubiera hecho. Me leí los clásicos que había en casa. Dickens, Allan Poe, Dostoievski, Tolstoi… No estaba Don Benito, por allí, sino también hubiera sido presa de su literatura. Luego, con el bibliobus que llegaba a casa de mi abuela en Málaga, descubrí a Enid Blyton. Fíjate cómo sería la cosa, que con trece o catorce años en un día de reyes me regalaron «Cien años de soledad», al principio deseé el oso de peluche gigante de mi hermana, pero nunca podré agradecer más aquel principio:

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel
Aureliano Buendía había d recordar aquella tarde remota en que su padre lo
llevó a conocer el hielo…

Qué hubiera sido de mí sin los libros! Mi casa nunca fue un remanso de paz. Sin los libros, sin esa habitación que estaba fuera de ese espacio, no hubiera podido vivir.

En primero de BUP necesité una academia de lengua y conocí a José María, mi profesor allí. Me empezó a traer libros de los que yo no había escuchado hablar, ni luego vi en ningún libro de literatura. Nada de Carmen Laforet. Descubrí a Mercedes Salisachs, Ana Mª Matute, Carmen Martín-Gaite… Los libros los compraban a través de Círculo de Lectores y desde ese momento, en casa, empecé a elegirlos yo.

La primera novela tuya que leí fue Malena es un nombre de tango. Me la bebí. No quise ver la película, porque no quería contaminar la historia con otras imágenes que no fueran las mías. Malena era yo, no podía ser de otra manera.

Leí todo lo que fue cayendo en mis manos que estuviera escrito por ti. El corazón helado brutal. Atlas de geografía humana, maravilloso. Modelos de mujerLeer más

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La ley de dependencia nos prefiere muertos

 

Me llamo Carmen y tengo cincuenta y tres años. Trabajo desde los veinticuatro. Cuando llegue a sesenta y cinco, edad de jubilarse, al menos por ahora para mí, llevaré ya cuarenta y un años trabajados. Algunos «visionarios» hablan sin pudor, de «cambio cultural» y dicen que podemos trabajar hasta los setenta y cinco.

En esta pandemia, por otros motivos de salud, he visto irse a mi padre, a la edad de ochenta y cinco años. Un año después hemos despedido a nuestra madre con setenta y siete años. Aquí quería llegar yo.

Cualquiera debiera pensar que en el estado del bienestar en que vivimos, mis padres habrán tenido apoyo del mismo, en sus últimos años, tras una vida de duro trabajo.

Mi padre empezó de picapedrero, siendo un niño con cuerpo grande y piernas largas, en la carretera que llevaba a su pueblo de Granada. Terminó su vida laboral limpiando por las noches, de lunes a sábado y de 22:00 a 5:00 de la madrugada, ese centro comercial que marca las estaciones en el calendario.

Mi madre fue ama de casa hasta que fuimos mayores, nos cuidó a mi hermana y a mí, mientras nuestro padre tenía dos y tres trabajos. Cuando se incorporó al mundo laboral lo hizo también en los cuidados. Dedicó treinta y cuatro años de su vida a trabajar por los desheredados de la Tierra. Las madres adolescentes fue su último proyecto.

En 2017 mi hermana y yo empezamos a ver el deterioro de ambos y decidimos que había solicitar la ayuda a la dependencia. Leer más

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Despedir a un hombre bueno

Ahora que la vida parece suspendida, me he dado cuenta de que era realmente yo la que estaba en letargo. La vida sigue abriéndose paso y a mis 52 años me he hecho mayor. Ya no soy la niña de nadie.

Hoy hace un mes que dejaste de respirar.

En medio de todas las ausencias que se producen estos días, yo me he despedido de ti. Sigo en proceso, más bien. No sé qué se le dice a un padre para dejarlo marchar. No sé cómo hacerlo.

Estos días te he escrito muchas cartas de despedida en mi cabeza. He charlado contigo y me he sentido sola, muy sola, al no obtener respuesta.

He buceado en mi infancia buscándote. Han aparecido recuerdos tiernos, dulces y graciosos. Otros dolorosos. Enfados y momentos tristes. La vida.

Mientras iba creciendo, siendo adulta, teniendo hijos yo también, a la par, tú envejecías a mi lado. Es extraño, en mi cabeza conviven imágenes de ti grande y fuerte, con las de ahora: mayor, frágil, débil, a veces enfermo. Tus nietos, mis hijos, empezaban a ser más altos que tú. Hasta que ha llegado el día en que tu cuerpo ya no ha podido más. Cansado de respirar y de seguir bombeando sangre para poner tus largas piernas en movimiento. Movimiento que cada vez era más lento y pausado.

Lo de hacerse mayor era esto? Crecer es despedirse? Leer más

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Cambios

Un año hace ya que emprendimos esta aventura de venir a vivir al campo, ya en la década de mis 50.

Cambio de casa. Mudanza, con el consiguiente movimiento de papeles y recuerdos. Desorden temporal escogido, reto de vida rural al frente. Acogida en mi vida ,y en el corazón, de una gata y dos perritos. Fin de la etapa escolar de Lucas. Ya tengo dos hijos que van al instituto.

Cambios, cambios, más cambios… benditos cambios. Todos ellos han sucedido a velocidad de vértigo en este último año. Son indicativos de vida, de felicidad compartida. Leer más

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Cómo ser una buena feminista y no morir en el intento

Autobuses aparte (es tan burdo el tema que ni lo voy a comentar), estos días previos a la huelga nos están mirando con lupa, lo que decimos, lo que no, nuestras proclamas, los manifiestos…

Hasta están discutiendo la ideología en sí: FEMINISMO??? Eres una inconformista si dices que eres feminista. Pero si encima dices que quieres cambiar el sistema, entonces eres una radical. FEMINISTA RADICAL eso es lo peor. Entonces eres una apestada. Leer más

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Feminista furiosa

Cuando tuve noticia de que Laura Luelmo salió a correr y no volvió a casa, quise que si estaba muerta, se hubiera despeñado en algún recodo del camino, porque no conocía esa zona, no era de allí… Por favor que se hubiera caído y la hubiera abrazado la madre Tierra. Por favor que no fuera un asesinato, por favor que no fuera una violación, por favor que no hubiera sido humillada, por favor que no hubiera sufrido… Por favor.

Cuando se encontró su cuerpo sin vida tuve que admitir, que dolorosamente lo sabía, aunque no lo quisiera admitir, aunque me empeñara en desear otra cosa, mis más profundos miedos me decían que había muerto a manos de un hombre y que habría sufrido.

Solo si eres mujer conoces «ese miedo». Leer más

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Morriña

Los hijos crecen y el tiempo no pasa, VUELA. Mi hijo Lucas terminó primaria el 25 de Junio, ahora ya va al instituto. Todo muy bien. Es un niño especial. Alegre, algo tímido y muy friki. Ánimo para la Secundaria. Yo ya pasé por aquí con mi hija, y todo muy bien. Ya se cerró del todo una etapa. Ahora van los dos juntos al instituto.

Ya hemos cerrado otro ciclo y se ha abierto uno nuevo para él y también para mí. 

Para poder conciliar vida laboral, escolar y personal, decidimos mi pareja y yo, que reducía mi jornada laboral. Primero porque mi suelo era inferior al de mi pareja (trabajo desde el 92 para la administración general del Estado y a duras penas soy algo más de mileurista); y sobre todo porque casa y cole estaban cerca de mi trabajo, era más práctico para la familia. Leer más