Yo también soy Maricarmen

No sé quién ha dicho que «Gaza es la medida de todo«. No sé de quién es la frase, pero a mi no se me cae de la boca. Es cierto que para mí, no hay nada ahora mismo más importante, más doloroso, que la realidad emitida en directo desde allí. Los veinte o treinta asesinados diariamente mientras dormían, los  diez bebés muertos por desnutrición, los quince a los que han disparado al ir a recoger comida…

Estos últimos años ver lo que está pasando en Palestina, me ha abierto los ojos para ver más claro el mundo en que vivimos. Quién manda, quién obedece, quien ejecuta, quién muere, quién paga, quién no hace nada, quién calla.

Observo con absoluta consternación, con angustia, lo que pasa cada día en esos 41×12 kilómetros cuadrados que conforman Gaza. Me invade la indignación al ver el borrado del mapa que continúa con la más absoluta impunidad en Cisjordania… Y aún así, a pesar de todo esto, ayer volví de Bolonia en Cádiz, de pasear por la playa, de bañarme en un mar transparente… Pero no se me va un pensamiento de la cabeza: no entiendo cómo el mundo sigue, tendría que estar ardiendo todo, y no, no me refiero a nuestros bosques. Por cierto, he estado en la zona de Atlanterra y he visto cómo el fuego se ha parado justo a la puerta de las mansiones de lujo que hay allí.

Qué puedo hacer yo, qué puedo hacer para ayudar a Lama Jamous, Bisan Owda, Basel Adra, Renad Attallah  a tantas y tantos que han decidido ser altavoz de lo que está pasando, que están contando lo que sucede cada día en Gaza, tomando documentos gráficos, recogiendo testimonios…  poniendo su vida en peligro.

Voy a comprar mirando el código de barras, buscando la empresa que hay detrás del desodorante o de las patatas, del refresco o de los dátiles… usando la app No Thanks o informándome a través del movimiento BDS, para intentar que ni un euro mío acabe en las manos de quienes apoyan al régimen sionista.

Y así todos los días, con el móvil en la mano para saber, para acompañar, sin querer dejar de ver. Y así todos los días: mirando de manera reprobatoria a mi hijo si pide una cocacola, diciendo a quien quiera escuchar que no hay que comprar productos garnier, ni usar colgate, que no hay que escuchar a tal cantante que no se ha pronunciado, ni leer a tal escritora por su equidistancia…

Y a veces toca ser incongruente y usar las herramientas del enemigo y en lugar de cerrar la cuenta de twitter, de instagram, de facebook, o desaparecer de whatsapp… usarlas. Primero porque desde Palestina usan estas redes, porque son la manera de llegar al mundo; segundo, porque es la única manera de saber qué está pasando realmente, porque nos lo están gritando de primera mano… todo ello intentando no caer en el scroll infinito.

A través de instagram he conocido a Chantal Vizcaino, es ilustradora, pintora, en palabras de ella ARTIVISTA. Ha dado vida a Mari Carmen, una mujer indignada, apenada, sobrepasada por las imágenes, por las noticias que nos llegan desde Gaza y ha decidido pasar a la acción. Qué manera tan sabia, tan delicada y tan potente a la vez de poner el foco en lo que importa.

Seamos como su Mari Carmen, no paremos de hablar de Palestina. Seamos como Mari Carmen, informémonos, no perdamos la ocasión de decir que no es una guerra, no dejemos pasar la oportunidad de sumarnos a grupos que se movilizan por el pueblo palestino, de manifestarnos, de envolvernos con dolor y rabia en nuestra kuffiya, de acudir a concentraciones, de ser altavoz en nuestro bloque, en la peluquería o en banco del parque, de hablar cuando tengamos oportunidad de lo que está pasando, de contar la historia real y no el relato que nos quieren imponer… Seamos gente, seamos personas y no olvidemos que Gaza es la medida de todas las cosas.

 

Dejar un Comentario

Los campos marcados con * son obligatorios.