La próxima vez lo haremos mejor

 

He visto en estos días la serie Intimidad y he de decir que me ha gustado. Creo que ha tocado el tema de la difusión de imágenes y videos sin el consentimiento de ambas partes de manera correcta.

Ha expuesto el problema, desde el punto de vista de una persona «normal» y alguien que se encuentra en la escena pública. Trata los dos casos tristemente famosos sobre este tema en nuestro país: el caso de Olvido Hormigos en 2012 y el de Verónica Rubio en 2019.

Olvido Hormigos, de quien se difundió un video con contenido privado, era concejala en el ayuntamiento de Los Yébenes. Su caso fue muy mediático. Quedó impune el hecho, porque el Juzgado nº 1 de Orgaz, no apreció delito contra su intimidad y archivó las acciones que se abrieron contra los dos imputados. Aún así, su caso supuso un cambio en el Código Penal. Se incluyó como delito la difusión no autorizada de imágenes o grabaciones íntimas. Es decir, la mera divulgación de la imágenes constituiría delito, se hubiesen obtenido o no con el consentimiento de la víctima.

Verónica Rubio en cambio, decidió acabar con su vida, no soportó la presión y acoso al que se vio sometida. Se difundió un video con imágenes íntimas por y entre sus compañeros de trabajo. A pesar de los hechos, la Inspección de Trabajo dijo que la difusión del video no influyó en su suicidio, y que la «única preocupación» de Verónica era que le concedieran el cambio de turno para encargarse del cuidado de sus hijos. Cambio que le fue concedido un día antes, pero ella aún así se suicidó… a lo peor ese no era su principal problema. La justicia también la dejó sola, porque dijo que no había denunciado. El Juzgado número 5 de Alcalá de Henares, a pesar del cambio legislativo de la «claúsula Hormigos», sobreseyó la investigación penal porque no se pudo dictaminar quién empezó a difundir las imágenes. SOLA!!! Las diferentes administraciones la dejaron sola.

En la serie están los dos casos reflejados. Se abordan las emociones de las mujeres que ven su intimidad violada de esta manera, de cómo se ven afectados los entornos, del tratamiento de los medios, de la sociedad y su hipocresía… A mí me ha gustado. Se le ha criticado ser demasiado blandita y (atención spoiler) acabar «bien».

En las series/películas habitualmente no se nos trata demasiado bien. Lo normal es que se nos vea débiles, frágiles, muertas, asesinadas, destrozadas, acabadas, pero luego al final rescatadas por un señor.

Y aquí ni siquiera hay un hombre en el cuerpo de policía que salve el honor de la alcaldesa, resulta que quien lo hace es una mujer policía y encima lesbiana. Su colaborador no la juzga en ningún momento y la apoya, dejando entrever que es homosexual. Y encima su marido se pone de su lado, eso cómo va a ser. Y en el caso de la obrera, no hay un hermano, ni siquiera su pareja, es la hermana mayor la que empuña el megáfono y exige justicia para su hermana.

Esta serie acaba bien, bueno, con una muerta, pero bien. Aquí si no hay sangre, si no estamos reventadas, estampadas contra la pared y con el rimel corrido no se puede tomar en serio la serie. Como si no hubiera todo tipo de series y películas en las que las a los señoros, todo, absolutamente todo, les sale bien, se arreglan sus problemas.

Ya me pasó con La asistenta y con Anatomía de un escándalo. A ambas se les ha reprochado lo mismo, flojitas y que blanqueadoras de comportamientos. En ambas se tratan temas tan guays como la violencia machista o la violación. Pero el patrón común de las tres es que nos pasa a nosotras y nosotras lo resolvemos con un círculo de mujeres que nos apoya, nos cree y nos sustenta. Sororidad lo llaman. Cuál es el problema? Edulcoradas y positivas.

Pues entre tanta comedia romántica, pelis erótico festivas en que se dan abusos varios, thrillers machunos, donde los supermanes que nos rodean hacen cosas espectaculares… en medio de toda esa mierda, encontrarme estas series, me parece un oasis.

Pero quizás primero hace falta que como sociedad nos pongamos de acuerdo en lo que está bien y en lo que está mal. Porque algo falla cuando en lugar de ponernos del lado de la víctima, buscamos excusas, nos sumamos «a la fiesta» de los detalles escabrosos, compartimos, difundimos, nos carcajeamos y olvidamos el daño que se le está generando a esa mujer, por el solo hecho de serlo.

Como dice Carlos Sánchez Almeida, abogado especialista en delitos informáticos y seguridad en las nuevas tecnologías:

Este tipo de delitos se han quedado cojos para la sociedad actual. La legislación nace obsoleta porque la tecnología va siempre por delante.

Borja Adsuara, abogado, consultor y profesor universitario, experto en derecho digital, privacidad y protección de datos, expone la necesidad de que hubieran sido sus compañeros los que apuntaran a quienes difundían los videos y no a Verónica.

Pues sí, la próxima vez lo haremos mejor, y todas y todos estaremos de acuerdo.

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