Pelo blanco, ideas claras

Si con algún apelativo físico tuviera que definirme, sería MORENA. Piel marroncilla como diría mi hijo y pelo negro muy NEGRO. Pero con la edad de mi hija apareció en mi cabeza un mechón de pelo blanco, muy BLANCO, cual Cruella de Vil. Me pareció gracioso, un brochazo blanco que caía justo en un lateral de mi flequillo. Siempre pensé que me imprimía carácter y me hacía diferente.

A medida que fui ganando años, esos pelos blancos fueron ganando terreno. Pasaron a ser canas de «hombre interesante». Qué horror!!! Vieja yo, YA? Es que suele ser correlativo, canas en un hombre, es igual a sabiduría y hasta tienen un toque sexy. Canas en una mujer, eres una descuidada, estás «fuera del mercado», eres vieja y eres invisible.

Empezó la tortura de ir a la peluquería. Estar toda la tarde allí entre conversaciones vanales (otras quejosas/tristes de personas más mayores), rodeada de revistas «femeninas» que detesto y casi siempre con la tele puesta en algún canal de los que en mi casa no se visitan.

Era la clienta que llevaba siempre un libro, un libro en el que meter la nariz durante las más de tres horas que con seguridad permanecería secuestrada en manos de mi peluquero. Eso era la único positivo, podía leer sin interrupciones.

Pintarme el pelo de negro para volver a ser morena, luchando contra las vetas blancas que cada vez aparecían antes y por más sitios. Además, me encontraba cada vez más con personas que amablemente me recordaban que ya me tocaba ir a la peluquería.

Así fueron pasando los años, siendo una falsa morena, peinándome con la raya hacia el sitio donde menos canas tenía y rezando al dios del viento para que no soplara y me levantara el pelo dejando ver mis raíces blancas.Ya en mis últimos días me pasé a lo natural y busqué una peluquería que usara otros métodos: henna. Ahora era moreno con brochazos naranjas sobre mi cabeza… Patética.

Harta de la peluquería pasé al «hágaselo usted misma». Busqué información en internet y gracias al e-how, descubrí que me puedo dedicar al mundo de la peluquería. Productos ecológicos, comprados por internet,… Conseguí que la henna fuera negra y no naranja. Precioso tenía el pelo, fuerte,… pero cual «winter is coming», así aparecía el pelo, manchando antes cual nieve blanca mi pelo negro de mentirijilla. Era luchar contra lo inevitable.

Para terminar de convencerme mi familia no ayudaba. La henna en casa es un latazo. Toallas, más de cuatro horas,… y las quejas sobre «qué mal hueles mami».

Un día decidí que ya no más, que mi pelo era así y que podía estar bien probar. A fin de cuentas qué podía pasar? Que tuviera que empezar a ser una falsa morena? Y aquí estoy. Mi chico me anima, estás  preciosa, cada día está más guapa,… No sé si me lo dice para complacerme y apoyarme, creo que no. Pero me da igual, yo me siento así, guapa, fuerte y poderosa.

Eso sí en este proceso estoy notando las miradas de MUCHAS personas que miran con horror hacia arriba de mi cabeza (soy alta) y no hablan conmigo, hablan con mi pelo y noto su mirada de desconcierto y cómo no se atreven a decirme «te vas a dejar las canas????». A veces, me gusta ser yo quien saca el tema y supone un alivio para más de una y de uno, que por fin pueden expresarme su opinión para que siga por el camino correcto.

Pero es curioso, si me paro a observar, veo que no estoy sola. Hay muchas mujeres como yo, de todas las edades, que llevan con orgullo su pelo blanco al viento. Me sonrien cuando pasan a mi lado y así me dan la bienvenida a esta hermandad de mujeres orgullosas.

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