Al turismo una sonrisa

Vivo en el centro de Málaga. Desde que accedí a mi primera vivienda lo hice encantada en el centro de mi ciudad. Mi vida siguió avanzando e incorporé a otros inquilinos a mi casa, mi chico y mi hija. La guardería cerca, a los trabajos íbamos andando. Supermercado en la esquina, papelería cerquita (la papelería Morales hoy un noodles), zapaterías, mercerías (Torre y Marymar, toda «mi» vida en calle Santa Lucía), panaderías, ultramarinos, droguería, el mercado central…, todo a dos pasos. Un lujo ir andando/paseando a todos sitios. Esto era «Slow life» de veras. Genial

Queríamos aumentar la familia, mi hija quería un hermanito. El pisito de un dormitorio era cada vez más pequeño.Yo, que había crecido en el campo, corriendo por verdes prados y trepando
a árboles, cazando lagartijas para ver si era verdad lo del rabo y cogiendo grillos, rescatando gorriones y robando manzanas…, quería ir a vivir al campo y a mi chico le gustó esa opción. Empezamos a buscar casa en el campo, pero las lindes poco claras, el poco presupuesto nos quitaron las ganas.

Entremedias apareció nuestra casa. Un piso en un edificio centenario, en pleno centro con unos ventanales maravillosos, luz a raudales, suelos preciosos de baldosa hidráulica. Nos enamoró y no vimos más allá, nos metimos hasta las cejas en obras, veíamos las posibilidades, nos transmitía buenas vibracioness.

Tuvimos a nuestro hijo, la casa estaba cada día más bonita. A la par el entorno empezó a decaer. Proliferaron los «chinos», los «compro-oro». Cerraron locales malagueños emblemáticos y salían como setas locales de franquicias, que casi siempre eran un bar. El centro de mi ciudad se transformaba en el centro de cualquier ciudad.

A la par llegaban cruceros y más cruceros, de repente el centro de Málaga estaba lleno de grupos de personas,  blancas como la leche, con mapas y sombreros, hablando en diferentes idiomas. De los cruceros pasamos a las troleys a todas horas rodando por cualquier calle del centro y a cualquier hora. Luego los bares siguieron multiplicando sus terrazas, ocupando con sus mesas y sus sillas todo el espacio público, haciendo que las aceras fueran intransitables para la ciudadanía de la ciudad… En lugar de ver las calles peatonales como algo positivo, se veían como un problema: más bares, más mesas. El centro de Málaga era un restaurante gigante que lo devoraba TODO. Había que servir al turismo, que recibir al turista con una sonrisa y si es con una copita mejor.

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Calle Calderón de la Barca

 

A esto le han seguido los apartamentos turísticos, los hostels, el turismo barato, las despedidas de solterxs, los viajes de fin de estudios, las toallas en bolsas de Ikea por cualquier calle del centro, los de mantenimiento saliendo temprano de los edificios, los grupos de personas esperando a la puerta de un edificio con sus maletas a que les abran.

Al turismo una sonrisa.

Cada día se ven más carteles por el centro de nuestra ciudad, colgados de los balcones, pidiendo que se respete el sueño. Porque aún vivimos malagueñas y malagueños en el centro de Málaga. Porque está bien que vengan turistas a ver nuestra ciudad, a visitar nuestras calles, los museos… Pero y la ciudadanía de Málaga?

Ahora que están de moda los palabros hay uno que viene que ni pintado gentrificación.

Por gentrificación se entiende los procesos de transformación de un barrio, en los que por implantación de nuevos usos sociales y económicos, la población de ese barrio se ve desplazada por no poder hacer frente a los costes de la vivienda, convirtiéndose en zonas homogeneas en cuanto a su composición social, con habitantes de mayor poder adquisitivo, y en muchos casos puros escaparates para el turismo

Suena, verdad? Cada vez somos menos personas las que vivimos en el centro. De hecho en mi bloque, sólo está nuestra familia. El resto son apartamentos turísticos… y el bar claro.

Pero al turismo una sonrisa. Las cifras de este año son record, hemos incrementado beneficios. ¿Hemos? De verdad «hemos». Alguien se lo cree??? Yo no. Noticias sobre jornadas que no se acaban, horas extra que no se pagan, sueldos ridículos (la reforma laboral ha permitido que el mercado laboral sea una jungla)… Y los empresarios del sector quejándose porque no se pueden dejar de construir hoteles, reducir terrazas, reducir horarios… porque son el motor de la economía de la ciudad y del país. Pues vaya mierda de motor. A esto es a lo que aspiramos como ciudad? Ser un resturante/hotel gigante?

La ganancia no la veo más que en los bolsillos de los de siempre. Los empresarios del sector. La calidad del empleo inexistente, cada vez más estacional, rezando para que el verano sea eterno y los tengan que contratar  más tiempo. Ya no queremos que llueva, ahora sólo queremos sol.

Ganancia de quién, insisto. Quienes vienen consumen nuestros recursos, incrementan los gastos. Y esos, los pagamos TODXS!!! Los que no nos beneficiamos de ganancia alguna y sufrimos los inconvenientes de la venida de tanto turista.Y siguen despotricando los contrarios a la necesidad de una tasa al turismo, diciendo que será el fin del «boom» de nuestra gallina de los huevos de oro. Tasa que allí donde se aplica va desde 2,5 euros en los hoteles de cinco estrellas a 0,75 euros en los de tres, dos o una estrella. Una ridiculez que desde luego no va a suponer una merma para ningún bolsillo, pero sí alguna bondad para nuestras maltrechas arcas municipales.

Me encanta ser turista, lo practico siempre que puedo. Me gusta pasear por ciudades, campos, playas. Adoro conocer nuevos lugares. Elijo lugares con una serie de requisitos, entiendo que lo que yo busque no sea lo mismo que otras personas. Pero si queremos ser un lugar de referencia esta no es la forma.

La ciudad no puede perder su identidad, perder por el camino a la ciudadanía y acoger al turista de cualquier manera. Si no ofrecemos a Málaga como un destino diferente con identidad propia, esto terminará por ser un punto como cualquier otro de nuestra geografía nacional, un lugar de turismo barato, una opción cualquiera. Otro modelo de ciudad es posible, incluyendo a todxs, sin echar a nadie.

Nosotros ya hemos perdido la fe, nos vamos. No estoy segura de si nos vamos o nos sentimos expulsadxs. Retomamos el plan inicial. Vivir en el campo.

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