El amor es el opio de las mujeres

Yo he visto «Juego de tronos» y sí, también estoy enfadada. Soy una de esas feministas feas enfadada por el atropellado final ideado por HBO.

Esta serie consiguió engancharme desde el primer episodio. A lo largo de ocho años hemos asistido a una historia bien armada, con tramas, subtramas, personajes complejos, amor, desamor, conspiraciones, venganzas, batallas, estrategias, política, fantasía, emoción… La serie ha sido construida de tal forma que consigue atrapar al espectador desde el primer capítulo.

Los primeros episodios están conformados por historias de hombres, son los que mandan. Las mujeres esperan, miran y protestan cuando no les gustan las cosas, si les dejan, eso sí. O debiera decir mejor si son poderosas. En la mayoría de los casos se muestra a la mujer como un juguete sexual. El sexo ha estado muy presente en la serie, sobre todo al principio. Cuerpos de mujeres desnudas para uso y disfrute de los personajes masculinos, cuerpos desnudos como objeto decorativo para los ojos de quienes veían la serie.

Pero desde el principio teníamos a Cercei. Poderosa y manipuladora, que consciente de las dificultades que tiene como mujer para acceder al trono, decide ser quien lo controle en la sombra. Catlyn Stark, mujer fuerte que toma sus propias decisiones y es consecuente con ellas. Sus hijas Arya Sansa, a las que hemos visto crecer físicamente, además de ver madurar a sus personajes. Un poco más adelante nos regalan a Daenerys. En sucesivas temporadas a Maggie Tyrell y su abuela Olenna, Brienne de Tarth, las víboras de Dorne, Yara de las Islas del Hierro. Todas estas mujeres pasan de estar mirando a coger las riendas de su destino. Empiezan a crecer y a querer participar en el futuro de su mundo.

Entre todas ellas, brilla con luz propia Daenerys Targaryen, personaje que se va empoderando y creciendo pese a las adversidades, adversidades que usa para tomar impulso.

Consigue hacerse un sitio en el mundo de hombres que es el khalasar, incluso quedarse al frente cuando Drogo muere. Libertadora de esclavos, madre de tres dragones, comandanta de ejércitos,

He agradecido muchísimo ver en la tele una mujer tan poderosa como Daenerys, alejada de los estereotipos a que nos tienen acostumbradas a las mujeres desde niñas. Seguir a un hombre, amarlo por encima de todas las cosas (incluso del amor propio), asumir su plan de vida, estar dispuestas a sufrir y a perdonar, sobre todo a perdonar… y más cosas.

Hacen tanta falta estos modelos, hace tanta falta que las chicas de ahora tengan referentes así. Además con una forma tan peculiar de hacer las cosas. Justicia por encima de todo. La palabra y la persuasión. Demostrando que otra forma de gobernar es posible y no solo con una subida de testosterona.

Pero en la última temporada, en los últimos tres episodios se torció todo y Daenerys se transformó en una tirana. No me digáis que ya se veía venir, que por sus venas corre sangre Targaryen… Por que si esos son todos los argumentos, la cosa se me queda coja.

Es verdad, que como reina absolutista que es, pongámoslo en contexto, ella decide, legisla, ejecuta e imparte justicia… Como los demás reyes de otros reinos. Y a mí claro está, desde mi punto de vista de estado democrático, no me gusta esta forma de gobierno. Pero, que duda cabe, que ella vino a ese mundo a romper la rueda. Cadenas, hambre, injusticia, esclavitud… Era diferente a lo que había hasta ahora.

Es que cuando acabó con los Tarly… Es que cuando crucificó a los amos… Es que cuando quemó a tal y a cual… Venga haced un repaso de la serie y decidme si no recordáis algún hecho execrable de ninguno de los personales que hemos visto. Hasta del mismísimo «San Ned Stark» decapitó a un hombre por abandonar la guardia de la noche y por un motivo razonable, dicho sea de paso. Jon Nieve, Sir Jorad, Tyrion… todos han hecho cosas reprobables.

Lo que no puedo perdonar a la serie es que Daenerys se haya convertido en un ser malvado porque sí. Hay personajes malvados maravillosos. Quién no se ha enamorado de Ellaria Arena.

Lo que no puedo perdonar es que haya hecho este proceso en tres episodios y de esa manera tan burda. Con un trazo tan grueso. Un personaje tan complicado como ella, que ha sido uno de los ejes centrales de la serie, de repente no puede ser tan frágil: no me quieren, me siento desplazada, Jon no me hace caso…

¡¡¡ Por favor, qué simpleza!!! Vamos a ver, soy consciente de que esto no es Disney y que ella no se iba a casar con Jon Nieve, no iban a gobernar juntitos y no iban a tener dragoncitos. Eso no hubiera estado a la altura de la historia que nos han ido contando. Dicho esto, lo que tampoco es serio es el «derrocamiento» del personaje.

Me sentí impotente y muy defraudada durante la batalla de Desembarco del rey. Daenerys merecía otro final, uno grande. Hubiera entendido que hubiera muerto en combate, que el día que asistió a a la decapitación de Misandei una ola de furia la invadiera y al atacar a Cercei hubiera muerto en el combate; que cuando mataron a Viserion se hubiera estrellado contra el barco de Euron para acabar con él… No sé, hasta que la hubieran asesinado las intrigas de Varys. O simplemente haber empezado antes la defenestración. La Daenerys que nosotros conocíamos no habría atacado a población indefensa, no hubiera ido contra sus propios soldados, solo porque Tyrion la había traicionado. Antes lo mata a él.

Y venga ya, hacer que muera asesinada en los brazos de Jon Nieve, mientras lo está mirando con amor… eso es imperdonable. Eso sí que fue un cuento de príncipes y princesas. Donde el príncipe bueno mata a la reina malvada. Ella está cegada de amor en ese momento y no de furia, éxito o venganza. Imperdonable hacernos creer encima que el bueno de Jon lo está haciendo por amor. Me vais a perdonar, pero me dejó un regusto muy raro «la maté porque la quería, la maté porque era mala, la maté porque…»

No es un final para este personaje al que hemos visto crecer durante las ocho temporadas de juego de tronos. Solo espero que George R. R. les enmiende la plana.

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