Idgie Threadgoode vive en Villa Kunterbund

Las pasadas navidades dejaron las reinas magas uno de los mejores regalos posibles para mi hijo, Pippi Calzaslargas, Pippi Långstrump «sin traducir», una preciosa edición de Blackie Books. También ha sido un regalo para mi, porque lo hemos disfrutado juntos.

Un placer leerlo, descubrirla para Lucas, redescubrirla para mi, que solo la conocía de verla en la tele. Cuántas risas, mucha ternura… A día de hoy seguimos diciendo que echamos de menos a Pippi.

Este último finde ha vuelto a mi también  Idgie Threadgoode con sus «Tomates verdes fritos en el café de Wisttle Stop». Mi hija quería leerselo, pero no hemos aguantado sin ver la película. Este sábado por la tarde nos enamoramos de Idgie y alzamos la voz al grito de la guerrera amazona Towanda como Kathy Bates. Al terminar la película me di cuenta de que en Idgie estaba Pippi. Traviesa y juguetona, rebelde, rompiendo moldes y estereotipos.

Cuántos personajes tenemos así en nuestro imaginario las mujeres? Pocos, realmente pocos.

Aún recuerdo cuando mi madrina, mujer feminista (creo que ella no se definiría a sí misma de esta manera, pero lo es) me regaló un libro titulado «Grandes Hombres». Me encantó. Pensadores, filósofos, inventores, aventureros…

Cuando nació mi hija lo hizo con un lápiz en su mano, todo el día dibujando. Le compré un libro muy chulo sobre la historia de la pintura donde le enseñaban técnicas y donde le proponían que siguiendo los métodos del artista hiciera un dibujo como estos grandes de la pintura. Mi sorpresa fue mayúscula (o quizás debiera haberlo visto venir conociéndola, porque también nació con el puño en alto) cuando me lanzó una mirada reprobatoria diciéndome «qué pasa, las mujeres no pintan???»

A diferencia de mí, Carmen sí se ha criado en un entorno más igualitario, mi chico y yo le hacemos pensar y tratamos de luchar contra los roles y los estereotipos (no siempre lo conseguimos, pero es un trabajo diario el nuestro). Le compré un libro muy chulo titulado «Grandes Damas«, donde se recogen breves biografías de mujeres de todos los tiempos y además le daban a ella espacio para que reflejara en él a sus grandes damas.

Recientemente estuvimos mi hija y yo en un taller de autodefensa feminista en Madrid. Para ella fue toda una sorpresa escuchar hablar de métodos de defensa frente a ataques. Hasta ahora, afortunadamente, no ha tenido otra defensa que hacer que la verbal. No tiene vivencias personales en las que haya estado en peligro, ni incómoda (que sea así SIEMPRE, por favor…).

En el taller nos hablaron de todo el imaginario que las mujeres llevamos dentro, bien enraizado. El que conecta directamente con nuestros miedos más primitivos.

Cuántas veces hemos asistido a asaltos en una calle oscura, hemos visto a la rubia en bikini corriendo por un bosque de noche, nos hemos sentido incómodas viendo a mujeres florero (léase; ligeras de ropa, jóvenes y buenorras, casi siempre blancas y rubias) en cualquier escena del cine o de serie televisiva (da igual el público al que esté destinada la misma).

En la tele, en el cine nos pegan, nos violan, nos salvan, nos exhiben como trofeos, nos visten a la última, nos muestran cómo tenemos que ser, nos dicen qué nos tiene que gustar, nos perdonan, nos enseñan a cocinar, nos explican cómo hacer la compra bien… Ellos aparecen también en esas mismas historias pero en papeles eminentemente activos. Pegando, violando, salvando, mostrando a un bellezón junto a él, enseñándonos cosas que nosotras tenemos que saber y no siempre de manera didáctica. La acción, la aventura, el riesgo, la determinación están asociadas (casi) siempre a ellos.

Estamos necesitadas de referentes actuales, de historias contadas en femenino. Queremos personajes de ficción que hablen por boca de mujer y con fuerza. Referentes en la historia hay muchos. Conocemos mujeres, unas cuantas, dignas de una gran epopeya.

Nos hemos propuesto en casa ver un cine que enseñe otras mujeres y otras masculinidades, leer historias que tengan fuerza donde de las mujeres no sean meras espectadoras de la vida y sean actoras de su destino.

Resumiendo: EMPODERARNOS también está en nosotras. No consumamos productos que nos minusvaloren, cuestionemos la serie de moda, no vayamos al cine a ver una película plagada de machos alfa pegando tiros a diestro y siniestro, investiguemos sobre «nuestras madres», leamos sobre las vidas de todas las valientes que nos precedieron y fueron rompiendo moldes, barreras y estereotipos.

Rehagamos nuestro imaginario. ES IMPORTANTE saber quiénes somos y qué queremos conquistar. Gracias a Astrid Lindgren por Pippi y a  Fannie Flag por Idgie.

Dejar un Comentario

Los campos marcados con * son obligatorios.